domingo, 30 de noviembre de 2008

Y SI NO MUERTO, AUSENTE

La poesía se convierte en prosa como tu desamor en silencios,
de esos que se cuelgan ala fealdad de la noche
donde cada particula de oscuridad se hincha de reminiscencias:
de aquellas sonrisas que daban brillo especial a tus ojos verdosos,
de lluvias dulce-sabrosas cayendo en nuestros cuerpos,
de aromas nuevos que esparcias en en tus movimientos,
de palpitaciones devocadas ante coincidencias inesperadas
(aunque... también saltaba nuestro corazón hasta los zapatos
en los últimos encuentros pactados de antemano)

¿Heliocéntrico principe de mis sueños!
Mi único universo se encontraba solo allá donde esbas tú.

Maravillosos años.

Tiempo en el que las canciones de amor exaltado
parecian haber sido creadas para nosotros.

¡Todo perfecto!

Con la mágia de la venda opaca que coloca el enamoramiento,
que cegó nuestros ojos y nos creó un mundo circundante inexistente.
Tú y yo. Nosotros únicos como Adán y Eva en nuestro paraíso propio,
colmado de buganvillas que trepaban por pérgolas y miraban al cielo
y de jazmines rastreros, sobre cuya alfombra azulada,
nadábamos, como abriendo surcos de agua, en océanos,
con la mágia indescriptible de delfines con alas de mariposas.

¿Adónde han ido?

¿Dónde están aquellos amaneceres que se han perdido en el tiempo
en los que jugueteábamos atrapando el sol de terciopelo
para, después, con un soplido lanzarlo en los atardeceres
y dejar noestras manos, con ánsias de amores inflamados, en las noches libres?
Así podiamos acariciar la tibieza de nuestros cuerpos ávidos de amor
calmando nuestros corazones que ardían sensibles.

¡Tantas instantáneas presentes!

¡Volcán rugiente! ¡Cuántas veces me enseñaste el abismo de tu cráter!
Y contagiada ¡cuántas me encendiste con el abrasador magma de tu cuerpo!
¡Y cómo alimentaste con el trigo candeal cada uno de mis sentidos!
Gozando en la oscuridad del enmarañado mundo de nuestras selvas,
con mil lianas que nos amarraban con el nervio y apetito del deseo,
que, además, nos balanceaban a lugares recónditos y amados,
a aquellos territorios que para nuestro amor nunca fueron vedados.

Hoy, tus silencios se cuelgan al filo de un abismo que nos hunde,
y nos sumerge en lagunas rotas, en el sino de un no inesperado.

Porqué... porqué ha llegado.

Ha llegado la caducidad de una fecha para aquello que creíamos eterno,
ha nacido en ti ese corazón que se atrofia en la costumbre,
cosido, a la monotonía diaria, con mil pespuntes de despropósitos
que se agrandan ante el intento de una míni,ma caricia o
simplemente con alguna de mis suplicantes miradas.

Profundas cavernas.

Porque aquel que fue nuestro cielo ha saltado a las más profundas cavernas
donde se van quemando ilusiones, alegrías y futuros esperanzados
y hasta el ardor de la vida ha llegado a derretirse en nada,
exceptuando tu helado corazón por desamor de mármol frío.

Etna y Vesubio apagados.

Telarañas en lo que antes heran ardientes corales en tu cintura,
rocío helado en cada poro de tu piel de indiferencia,
indolencias que cortan como cuchillos el agua de los mares.

Quiero decirte...

Confesarte en estos mis últimos versos, aunque tu amor se haya agotado,
y respetando aquellos instantes maravillosos que me hicieron rozar el cielo
que, aquel orgullo que te mostré, que me hizo enjugar el llanto, fue ficticio.
Derramé a menudo lágrimas en soledad a escondidas de tus ojos
y solté muchos suspiros entrecortados al viento ronco al saberte sin retorno.
Aquel paraíso se ha transformado en desvelos en las noches largas y sombrías
y en el erial en las negruras del día que son dos veces oscuras.
Han palidecido, con la desazón de mi ánimo, las trepadoras buganvillas
y se ha apagado el océano azul de los jazmines en el piélago solitario,
hasta las pérgolas se han quedado desnudas. Solas, con el hierro frío.

Se ha acabado ese juego de palabras de un todavia no, ilusionadas,
que hacian nacer unos mañanas llenos de esperanzas venideras.

Ahora, todo tú yerto. Y si no muerto, ausente.

Has dejado de escanciar el néctar delicioso para mis sentidos
en las sábanas blancas donde todavía te amo.



ISABEL GARCÍA VIÑAO
2º Clasificada del V Premio de Poesía Colectivo Ataecina

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El comienzo es como el prólogo de un libro: ¨La poesía se convierte en prosa como tu desamor en silencios¨.
Por lo dicho, lo que acabo de leer es poesía, no prosa, porque la autora no utiliza silencios. Utiliza un lenguaje compacto que envuelve y que aterciopela y que en mi opinión es muy rico. La verdad es que apetece leerlo varias veces seguidas, sin esperar. Mi enhorabuena al Colectivo por haberle dado este premio.

Anónimo dijo...

Por casualidad he entrado en esta página cuando estaba buscando cosas de fútbol. Esta poesía dice cosas que me han pasado. Qué curioso, ¿verdad?. El nivel me parece alto y las palabras muy bien ligadas. Yo no pensaba que en estos concursos se podían encontrar cosas tan bonitas. Mis felicidades a la autora.

Anónimo dijo...

Resulta dificil de leer, a mí no me gustó tanto...