Lupe García Araya
Los llamadores de ángeles
no dejan señales
cuando pasan,
ni dejan deseos
en los inviernos.
dejan rastro de tristeza
si la tienen.
Pero nos sorprenden
con abrazos de colores
y sueños que dejamos olvidados
al cruzar deprisa los espejos.
al cruzar deprisa los espejos.
al cruzar deprisa los espejos.
1 comentario:
Viva la buena poesía y la sensibilidad profunda y bellamente adornada. Un saludo, Paco
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